dilluns, d’abril 25, 2005

Fa (només?) tres anys II

La Boxhagener Platz es para mi uno de los puntos neurálgicos de mi barrio: Friedrichshain. Por el dia y cuando hace buén tiempo niños gritones se apoderan de su centro, convirtiendose en un improvisado parque, muy parecido a los derroches de hormigón de mi ciudad, y que poco tiene que ver con la idea de parque berlinés. Por la tarde, y antes de que se vaya el sol, hordas de gentes cansadas de la jornada laboral (eso siempre, si el clima lo permite) se sientan en las terrazas de los innumerables bares que la rodean. De noche, y sobretodo el fin de semana, está llena de jovenes, que entre cerveza y cerveza, se escapan a aliviar sus necesidades básicas. Bién solos o acompañados, pero siempre buscando el alivio.

El domingo de 10 a 16 horas, esta plaza téstigo de los numerosos inreveses que la historia berlinesa le habrá obsequiado, se convierte, y al mejor postor en un Flohmarkt. Éste es para mí, uno de sus momentos más álgidos.

Llena de cajas sucias y viejas, a su vez llenas de trastos inútiles, a su vez envueltos en periódicos amarilentos y a su vez, éstos rodeados de libros y desechos sin fecha legible de fabricación que se exponen al capricho de los visitantes. Está permitido comparar, esta permitido regatear y por supuesto se compra todo. Porque en la Boxhagener Platz, los domingos, hasta su nombre se pone en venta.

Cuando paseo por este mercadillo, me gusta ponerme a pensar en la cantidad de recuerdos que hay asociados a los objetos amontonados. A veces, cuando cojo uno de ellos en mis manos, me gusta imaginarme la historia del mismo. Pensando en la gente a quien habrá pertenecido y lo que habrán podido vivir. Cuando me pasa esto, me entran ganas de vomitar. Me cuesta entender, el negocio montado a partir de recuerdos que no nos pertenecen.

Decido en esos momentos, ir a casa y con un cuchillo trocear mis entrañas y ponerlas a quí mismo a la venta. Seguro que en la Boxhagener Platz no es dificil encontrar coleccionistas de malos recuerdos.